martes, 23 de octubre de 2012

UN CUENTO PARA RECUPERAR EL NORTE

Recupero hoy una historia a la que hace años me aferre para superar una de esas malas rachas que nos surgen de vez en cuando para recordarnos lo afortunados que somos. En mi caso fue una cuestión profesional, y la lectura de este cuento me hizo recuperar la perspectiva y la actitud necesarias para afrontar la situación. Esta historia la descubrí por primera vez en el delicioso libro de Juan MateoCuentos que mi jefe nunca me contó”, una fantástica selección de historias sobre las que reflexionar y aprender, y cuyas enseñanzas son tan aplicables al ámbito profesional como al personal.
Tiempo después volví a la historia desde mi trabajo con jóvenes y encontré que también la historia ofrecía el enfoque adecuado para mi actividad profesional. La verdad es que, sin la debida perspectiva, el trabajo docente resulta a menudo ingrato y desagradecido. Muchas veces los resultados tardan en llegar, e incluso algunas veces, los logros conseguidos durante meses se desmoronan en cuestión de minutos. La formación es una carrera de fondo repleta de obstáculos. Pero a pesar de ello, nuestra actitud debe permanecer a salvo de las circunstancias, al margen de los vaivenes de los acontecimientos. Conviene recordar que incluso en el más adverso de los escenarios, somos lo que escogemos ser, que nuestra actitud nos define.
En fin, el cuento sobre el que os invito a reflexionar hoy es la historia del alacrán, un relato que funciona como una brújula, que apunta siempre al norte, y que, por difíciles que sean las circunstancias, evita que perdamos de vista nuestras metas. El cuento dice así…
Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó. Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:

"Perdone, ¡pero es usted muy terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua le picará?". El maestro respondió: "La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".

 Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

¡FELIZ REFLEXIÓN!

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