Hace un par de días emitieron en televisión la película Sin reservas, en la que Catherine Zeta
Jones interpreta el papel de Kate, una chef completamente obsesionada con su
trabajo. De repente, una situación inesperada, en forma de niña de ocho años, aparece para dar un vuelco a su vida, al tiempo que le brinda la oportunidad de
replantearse sus principios y valores y enfrentarse a sus miedos. ¿Crisis u
oportunidad?
La aparición repentina de la pequeña Zoe supone el
desencadenante de todas las preguntas poderosas que Kate había ido postergando:
¿Tiene sentido mi vida? ¿Es esta la vida que quiero vivir? Kate conoce las respuestas.
Todos las conocemos. Es solo que no estamos seguros de querer escucharlas. En
una de las escenas geniales de la película, mientras Kate conversa con su
terapeuta en la terraza llega a decirle: -“Ojalá
hubiera un libro de recetas para la vida. Recetas diciéndonos exactamente lo
que tenemos que hacer”. El terapeuta, magistral, le responde: - “Tú lo sabes mejor que nadie. Las mejores
recetas son las que has creado tú misma”.
Y es que a veces vamos por la vida formulando preguntas para
las que no queremos escuchar respuesta. Solo buscamos tiempo. Solo pretendemos
justificar la espera. Porque cuanto más importante es la pregunta – nos empeñamos
en engañarnos - más tiempo debería dedicar a buscar la respuesta adecuada. Sin
embargo, cuanto más importante es la pregunta, más evidente es la respuesta. Buscamos
a personas que nos digan lo que queremos
oír, pero nos revolvemos cuando nos responden lo que necesitamos oír. Porque en el fondo, todas las preguntas
importantes llevan la respuesta en la espalda… como los caracoles (gracias
Bea).
A menudo, ante los dilemas más profundos de nuestra vida,
solo necesitamos enfrentarnos a la mirada y al silencio de una niña de ocho
años. Porque así no tendremos más opción que pronunciar lo que no queremos
admitir.
Recientemente escuché una historia que me gustaría enlazar
con la reflexión de hoy. La historia dice así: “Cuando te encuentres ante dos opciones y tengas que elegir, simplemente
lanza una moneda al aire. Es un truco que siempre funciona, no solo porque por
fuerza te saca de dudas, sino porque en ese breve momento en que la moneda está
en el aire,… de repente, sabes que cara quieres que salga”.
¡FELIZ REFLEXIÓN!
Nota: El titulo del post está tomado de la
canción “Iberia sumergida” de los Héroes del Silencio. (Nota de la nota: ¡Me encantan!)
No las merece...Tú también sirves de inspiración a los que te leemos.
ResponderEliminarGenial el post!
Un abrazo
Gracias por tu compañía virtual. Nos "vemos" en el apasionante camino de revolucionar la educación.
EliminarUn abrazo.
MUY BUENA REFLEXIÓN, BUSCARE LA PELICULA. GRACIAS ABRAZOS.
ResponderEliminarLa película no es gran cosa, es entretenida aunque bastante previsible. Con todo contiene algunas escenas con una reflexión genial. Gracias por comentar Norma.
EliminarSaludos.