Per a Carles
Al alcanzar una determinada edad cronológica una persona
adquiere la mayoría de edad. Llegada a esta edad se le supone cierta madurez,
tanto física como intelectual, y se le presume capacidad de obrar haciéndose
responsable de sus actos. Con la mayoría de edad se adquieren automáticamente
ciertos derechos sociales, son los regalos de tan esperado cumpleaños, y
también, esta es la letra pequeña del contrato, ciertas obligaciones.
Kant definía la ilustración como la salida del hombre de la
minoría de edad. Según el filósofo, la mayoría de edad no se adquiere al
cumplir una determinada edad cronológica, sino que supone una decisión. La
persona libremente elige ser mayor de edad. Y puesto que se trata de una
elección, hay quien decide serlo y hay quien opta por no serlo. Ya entonces, y
también ahora, son muchos los que deciden permanecer menores de edad.
La mayoría de edad es una decisión personal, no una cuestión
de simple inercia cronológica. La mayoría de edad supone el compromiso y la
decisión irrevocable de servirse del propio entendimiento, renunciando a la
conducción de otros. La adultez no es algo que sucede, es algo que se obtiene,
es algo de lo que hay que hacerse merecedor. Ser mayor de edad es en realidad un acto de
valentía.
Dice Kant que la pereza y la cobardía son las causas de
porque tantas personas permanecen (gustosamente) de por vida menores de edad, y
de porque también a otros les resulta tan fácil erigirse en sus tutores. ¡Es
tan cómodo ser menor de edad! Es por ello que el mundo está lleno de Peter
Panes, irresponsables, rebeldes, arrogantes, narcisistas,… y también de
personas e instituciones dispuestas a “sacrificarse” para marcarles la
dirección adecuada. Porque si alguien no se hace responsable de sus propias
elecciones, otros gustosamente las tomaran en su lugar. Como dice Kant “si
tengo un libro que piensa por mí, un
pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi
dieta, (…) no necesitaré del propio esfuerzo (…) no tengo necesidad de pensar”.
La política, la televisión, el ejército, la moda, la iglesia, el consumismo,
las drogas, las Ongs,… cientos de candidatos rivalizaran por ponerse al frente
de este tropel de personas complacidas y orgullosas de su elección (o de la
falta de ella). Cuando alguien abandona el uso de su razón, otros se afanarán a
llenarlo de razones.
Cada cual es culpable de su minoría de edad. Culpable de sus
elecciones o de la falta de ellas. Culpable de su pereza. Culpable de su
cobardía. Puesto que no hay más alto precio que aquel que se paga demorado, ya
que además hay que abonar los intereses.
Es fácil confundir el valor con la temeridad, es fácil disfrazar
la cobardía de rebeldía, es fácil esconder la pereza entre las sábanas de la
comodidad, pero el verdadero valor, el auténtico peaje que hay que pagar en el
tránsito a la adultez, se encuentra en el hecho de asumir la libertad de uso de
la propia razón. Yo soy yo y mis decisiones, aunque me pese.
¡Sapere aude!
*Las citas e ideas de
Kant están extraídas del texto ¿Qué es la ilustración?
¡ Maravilloso !
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