A menudo tendemos a confundir conceptos, y ello nos lleva a
conclusiones equivocadas. Uno de estos errores es considerar los términos estudiar y aprender como sinónimos (de hecho, hasta el mismo diccionario lo
hace). En esta línea, otro error común sería considerar que ambos conceptos
mantienen una relación de causa-efecto. Es decir, que cuando se aprende es
porque previamente se ha estudiado. Lo cierto es que estudiar y aprender son
conceptos evidentemente relacionados, aunque existen diferencias sustanciales
entre ellos.
Las personas, también los animales, venimos programados de
serie para el aprendizaje. De hecho es algo inevitable. No podemos no aprender.
Aprendemos cada día, continuamente, a todas horas. A veces este aprendizaje se
produce de manera consciente y, a veces, de forma inconsciente, pero lo cierto
es que el mero hecho de vivir implica un aprendizaje constante. Como indica la
teoría de la evolución, nacemos programados para el aprendizaje, porque esta es
nuestra principal herramienta para poder adaptarnos a los cambios del entorno.
Piense en el momento del parto, el momento en que con más intensidad aprendemos
a adaptarnos a los cambios. Y lo hacemos en unos pocos minutos, de manera
autodidacta, sin maestros, sin libros,… sin haber estudiado para ello.
Quizás lo primero que debería hacer, para seguir con esta
argumentación, es desvincular el término aprendizaje de la educación, de la
escuela. El aprendizaje no es, ni mucho menos, patrimonio exclusivo de la
escuela. El estudio generalmente sí. Porque estudiar presupone una
planificación y una intención previa. Estudiar presupone un qué, un cómo y un
cuando pactados con anterioridad. Esta es una actividad premeditada y
consciente, que en algunos casos (en muchos, es cierto) da como resultado un
aprendizaje. Quizás la principal diferencia entre ambos conceptos radique en
esta intencionalidad, además de en el esfuerzo que necesariamente implica el
estudio.
Partiendo de esta diferenciación, son muchos los que durante años
se han visto tentados de adorar al becerro
dorado del aprendizaje, renegando del Dios tradicional EstudioyEsfuerzo. Porque
si aprendemos de manera innata, si estamos predispuestos genéticamente a ello,
por qué no dejar que el aprendizaje arraigue en nosotros de manera natural. Por
qué no dejar que sea nuestra propia iniciativa, nuestra natural curiosidad la
que nos vaya descubriendo, a su ritmo, todas las respuestas que precisemos.
Seguramente con ello, venceríamos muchas de las reticencias de nuestros alumnos
con respecto a la educación.
Sin embargo, como repito a menudo, educar es una tarea
compleja. Existen contenidos a los que nuestra innata curiosidad, nuestra
innata capacidad de asombro como dice Catherine L’Ecouyer, nos arrastrará a
descubrirlos más pronto que tarde. Pero también existen contenidos transcendentales,
menos tangibles quizás, que precisarán del estudio y del esfuerzo consciente y
planificado del alumno para su comprensión. No se trata por tanto de estrategias
incompatibles, sino que ambas son necesarias. Ahora bien, como en tantas cosas,
la inteligencia estriba en el hecho de saber distinguir los cómos y los cuándos
para cada tipo de aprendizaje, para cada alumno. Gran parte de nuestro éxito
como educadores, como padres, vendrá dado por nuestra paciencia (la madre de la
ciencia) a la hora de respetar los tiempos de nuestros alumnos, a la hora de
permitir que sea su curiosidad la que abra cuantas más puertas mejor, a la hora
de dejar que sean sus inquietudes y sus dudas las que apunten el camino a
seguir. De esta forma el estudio llegará a nuestros alumnos más como una
reclamación que como una imposición.
¡FELIZ REFLEXIÓN!
¡Muy bueno! El artículo me resultó provocativo, no estoy del todo de acuerdo, pero debo pensar "esforzadamente" mi respuesta.
ResponderEliminarEn mi contexto, estoy convencido que los alumnos, hijos del postmodernismo, no valoran el conocimiento, por lo que no hacen el esfuerzo por .... ¿Aprender?
Te debo mi respuesta, me gustó el post
Alberto
Gracias por tu "promesa" de comentario, Alberto. ¡Qué bueno tenerte por aquí!
EliminarComparto contigo esa idea de creciente menosprecio del conocimiento educativo, aunque quizás uno de los motivos sea que la escuela se haya empeñado en inventar un mundo paralelo, cada vez más alejado de la realidad y de sus necesidades. Tendríamos que replantearnos el curriculum escolar en base a su utilidad y en base a su aplicación práctica. Puede que así consiguiéramos recuperar el interés de nuestros alumnos.
Con todo, también es cierto que la prolongada etapa de crecimiento económico produjo un importante desprestigio de la formación. De forma que muchos de nuestros jóvenes consiguieron muchas cosas muy rápido y con demasiada facilidad. Por lo que el verbo esforzarse lo conjugan con dificultad.
Lo prometido es deuda. Espero tu respuesta. Un saludo.
Buena reflexión,
ResponderEliminarDe acuerdo con gran parte de lo que planteas. Resulta necesario y urgente el cambio de paradigmas educativos y la reescritura integral del currículo escolar, partiendo de: una metodología bien estructurada sobre la realidad económica, el aprendizaje cultural actualizado y el crecimiento personal.
Creo que un matiz que diferencia la memorización de datos y el aprendizaje significativo reside en a menudo en el enfoque práctico de la materia, que dota de significado contextual a lo que se esta estudiando.
Existe algunos ejemplos de metodologías y escuelas que tratan de acercarse a ese abrir puertas voluntariamente que planteas al final del post. Dejo un ejemplo de ello (con sus más y sus menos) https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Summerhill
Saludos
Gracias por tu aportación. Creo que este es un camino ya iniciado y para el que no hay vuelta atrás. El mundo de hoy, y en mayor medida el mundo del mañana, necesita de competencias distintas, y por tanto la educación debe evolucionar en ese sentido. La urgencia estriba en si tendremos la capacidad de anticipar estos cambios y reformular los paradigmas educativos o, la realidad arrasará con la escuela tradicional como un tsunami, arrancándole su papel formativo para otorgárselo a otros medios: medios de comunicación, internet, redes sociales,... con los consiguientes riesgos que ello comporta, sobre todo de falta de criterios de validación.
EliminarGracias por el enlace. No conocía esta experiencia, aunque existen varios proyectos en esta línea basada en ideas de Montessori o Freinet, algunas de las cuales aparecen en la película documental "la educación prohibida".
Aunque un poco tarde quiero comentar algo.
ResponderEliminarNo generalizar,pero los jovenes viven su propio mundo de fantasias donde todo aquello que exije un poco de esfuerzo lo dejo y no pasa nada....No tiene consecuencias. En casa, en el cole, en el trabajo,...
Reformas en formas y contenidos en educación !sí! pero tampoco me sirve ese profesor de educación física que deja a sus alumnos hacer lo que quieran (caso real) porque los chicos necesitan descansar, hablar de sus cosas,crecer en valores, ....
¿Que ejemplo estamos dando? ¿ir a clase a no hacer nada o hacer lo que me dá la gana?
SEAMOS SERIOS. No me sirve la ley del mínimo esfuerzo porque la realidad no es así y cuanto antes lo aprendamos mucho mejor para todos.
Como bien dices no debemos generalizar. Pero es cierto que muchos jóvenes han crecido con todo hecho. No les ha costado esfuerzo conseguir las cosas y se les ha consentido demasiado. Cuando las circunstancias han cambiado, a muchos les (nos) ha pillado con el pie cambiado, y ahora que las cosas se ponen complicadas no tienen estrategias para reaccionar.
EliminarSaludos Ana.
El esfuerzo responde al interés. Yo me esfuerzo (y mucho) por aquellas cosas que me interesan (pudiendo incluir aquí como una fortísima motivación dar comida y casa a mi familia). Si no me interesan de ninguna manera... Creo que no podemos quejarnos de la falta de esfuerzo en la escuela ya que, seamos sinceros, la escuela suele ser un rollo (depende absolutamente del profesor que te toque). En muchas ocasiones la escuela "mata" el interés por aprender, que se me hace innato.
ResponderEliminarPor desgracia el sistema educativo acostumbra a utilizar la fórmula a la inversa. En vez de intentar que todos los niños encajen en el patrón de la programación debería ser flexible para adaptarse a la variedad de inquietudes e intereses de sus alumnos. En vez de educar "a la contra" podríamos educar aprovechando el impulso de la curiosidad.
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