Hay una escena en la película Bichos, de Pixar, que
representa a la perfección la esencia del proceso formativo. Cuantas más veces
la veo, más me siento identificado con el impetuoso Flick. La secuencia a la
que me refiero pasa al principio de la acción y muestra una conversación entre
Flick, la hormiga protagonista, y la pequeña Dot, la hija pequeña de la reina.
Ambas hormigas están discutiendo sobre sus mutuas
limitaciones; Flick porque todo lo que intenta acaba en desastre, y Dot lamentándose
porque es pequeña y no puede volar. En ese momento Flick intenta hacerle ver a
Dot que ser pequeña no es tan malo. Flick intenta convencer a su pequeña alumna
que ella es como una semilla, que con un poco de tiempo y esfuerzo acabará convirtiéndose
en un poderoso árbol.
Este es el mensaje principal de la formación: ayudar a
los alumnos a que descubran todo el potencial que atesoran dentro, todo lo que
pueden llegar a ser a poco que se lo propongan. ¡Esto es educar! Ayudar al
alumno a levantar la vista de sus limitaciones para poner la mirada en sus
potencialidades. Nuestros alumnos son como semillas, rebosantes de
posibilidades, que necesitan encontrar el terreno fértil en el que crecer. Y
esa es nuestra labor como padres o maestros, ofrecerles nuestro apoyo
incondicional para que puedan ser. Desmontar los “no puedos” y substituirlos
por “¿qué pierdes por intentarlo?”
Flick busca una semilla para que le sirva de ejemplo,
pero al no encontrarla recurre a una piedra. Entonces le dice: “Imagina que es
una semilla”. A veces nos quejamos de falta de medios, de no disponer de todos
los recursos que nos gustaría para poder trabajar con nuestros alumnos, y no
nos damos cuenta que tenemos al alcance de la mano el recurso inagotable de la
imaginación. “Imagina que…”, son palabras mágicas que predisponen a la acción,
que activan la actitud de cambio. Visualizar nuestra meta, nuestro objetivo, en
forma de poderoso árbol, nos da el empuje y la motivación necesarios para
iniciar el camino.
Flick se deja llevar por la emoción de su discurso,
siente que está transmitiendo a la pequeña Dot un secreto importante, casi
vital. Sabe, que de entenderlo, ese mensaje le cambiará la vida. Pero, justo en
ese instante, la pequeña lo devuelve a la realidad. “Pero si es una piedra”-
dice Dot, destruyendo la magia del momento. Atónito, el joven Flick estalla en
gritos, ¿cómo es posible que no lo entienda? (¿Cuántas veces hemos
experimentado esta sensación?)
Sin embargo el aprendizaje ha surtido efecto. La
pequeña Dot ha recuperado la sonrisa y, lo que es más importante, el mensaje de
Flick ha anidado en su interior. En otro momento de la película, cuando es
Flick el que se encuentra hundido y se siente fracasado, la pequeña Dot, que ya
puede volar, le muestra una piedra. Sobran las palabras, Flick comprende que la
pequeña entendió su mensaje. Flick recupera el ánimo, recupera la confianza en
sí mismo y en sus alocados proyectos. ¡Hay que intentarlo!
Esta es la magia de la formación: Ayudar a creer.
Ayudar a ser, a tener confianza en sus potencialidades, a no dejarse vencer por
el desánimo. Quizás no tengamos todos los medios a nuestro alcance, quizás
nuestros alumnos no siempre se muestren receptivos o entiendan todo lo que les
queremos decir, quizás no observemos resultados de inmediato, pero… esa es la
magia, un día despertará en ellos toda la confianza y el empeño, todo el cariño que sembramos. Y entonces, sin necesidad de imaginar, se sentirán semillas capaces
de ser árboles poderosos.
¡FELIZ REFLEXIÓN!
Fantastica película y genial escena!
ResponderEliminar¡Nos ha gustado! :-)
ResponderEliminar