lunes, 23 de julio de 2012

MAPAS PARA (DES)ORIENTARSE EN EL CAMINO

Uno de las ideas más interesantes que recojo del mundo del coaching, en el que últimamente me estoy sumergiendo, es la distinción que realiza entre los conceptos de mapa y territorio. No es nada nuevo, incluso en entradas anteriores ya había tratado este tema al hablar de la percepción, y de la particular interpretación que cada uno de nosotros realiza de la realidad que le rodea. Particularmente, desconocía que el coaching lo etiquetaba así, y me gusta esa terminología, me parece muy representativa, muy gráfica.
Según el coaching, el territorio mostraría la realidad objetiva, esa que defendía en mi artículo anterior que no existía, mientras que el mapa se referiría a la particular y subjetiva interpretación que cada uno de nosotros hace de esa realidad. Cada uno de nosotros realiza una lectura personal, una interpretación propia de la realidad que le rodea. El mapa es por tanto una construcción personal de la realidad que hacemos en función de nuestras expectativas, creencias, pensamientos, experiencias, etc. Como dice el refranero la vida es del color del cristal con que se mira.
Entender el concepto de mapa, y que cada uno de nosotros se mueve con uno distinto, me parece un aprendizaje tremendamente importante. Indudablemente, esta reflexión está en la base de valores como respeto y tolerancia, que son en los que deben basarse las relaciones interpersonales. Todas las opiniones, producto de nuestro mapa particular, son respetables e igualmente validas. Atendiendo a este supuesto, cualquier conversación que mantengamos nos acercará al enriquecimiento y nos alejará de la confrontación.
Intento reflexionar sobre esta idea y aplicarla a mi trabajo como docente. Más allá de la importancia de explicar y transmitir esta idea a los alumnos, me planteo hasta qué punto aplico esta reflexión en mi actividad profesional. Hasta qué punto, cuando mantengo una entrevista con alguno de mis alumnos, me acerco a él intentando comprender su mapa, o sencillamente lo único que pretendo es hacerle ver las “evidentes ventajas” de “mi” mapa sobre el suyo. ¡Qué fácil resulta perderse si no levantamos nunca los ojos de nuestro mapa! Quizás este sea uno más de los inmensos espacios inexplorados en los que merece la pena adentrarse en nuestro proceso de mejora continua. Una de las frases chulas que acompañan esta idea es aquella de “si tenemos dos orejas y sólo una boca, es porque escuchar es el doble de importante que hablar”.
Como no podía ser de otra forma, también tengo un cuento para esto. Este lo encontré hace poco, como una de esas casualidades que aparecen en el momento y en el lugar adecuados. La historia dice así…
Un hombre perdió su hacha; e inmediatamente sospechó del hijo de su vecino. Salió a la calle y observó la manera de caminar del muchacho – exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven y descubrió que era idéntica a la de un ladrón. Observo su forma de hablar  evidentemente igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo delataban como el culpable del hurto. Aún así, el hombre no lo denunció por no molestar a su vecino.
Pero días más tarde, el hombre encontró su hacha perdida en un valle, dónde había estado cortando leña. Al regresar al pueblo, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos sus gestos y acciones le parecieron muy diferentes a los de un ladrón.
¡FELIZ REFLEXIÓN!

1 comentario:

  1. Descubro varios días después de publicar el artículo, a través de la siempre recomendable visita al blog de Pilar Jericó, la frase de Korzybski "el mapa no es el territorio", en la línea de lo defendido en mi entrada. Al parecer esta es una de las ideas fundamentales sobre las que se asienta la Programación Neurolingüistica (PNL). En este artículo además Pilar cuenta la anecdota que parece ser acompaña el nacimiento de esta frase, cuando Alfred Korzybski cayó en una fosa que no aparecia en los mapas durante la primera guerra mundial.

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