Últimamente abundan los libros de autoayuda basados en el
supuesto de que podemos conseguir cualquier cosa que nos propongamos si somos
capaces de desearlo con la fuerza suficiente, si somos capaces de enfocarnos adecuadamente
en nuestro objetivo. Somos dueños de nuestro destino. Usted puede conseguir
cualquier cosa que se proponga, sus sueños al alcance de la mano por sólo 19,95.
Y compramos.
Compramos porque queremos creer que el mundo es ese sitio
amable, justo y repleto de oportunidades que describen las páginas del libro.
Necesitamos creer en la existencia de esa especie de “ley del karma” que
recompensará, más pronto o más tarde, todos mis esfuerzos y buenas acciones. Nos
negamos a vivir en un mundo caótico y descontrolado en el que seamos simples
piezas en manos del destino. Y sin embargo, con demasiada frecuencia, la
realidad que observamos a diario siembra la duda. Y volvemos a comprar. Nos
inyectamos una nueva dosis de optimismo a 9,90 (esta vez en edición de
bolsillo). Portada diferente, contenido parecido.
Arrancaba el post con la frase con la que empieza la
inquietante escena del taxi de la película Benjamin Button. Toda una serie de
circunstancias que desembocan en el atropello de la protagonista. Si solo una
de esa decena de “anómalas” circunstancias no se hubiera producido, Daisy no
habría acabado su carrera de bailarina profesional en la cama de un hospital
parisino. Cualquiera de esas circunstancias le era ajena, no dependían ni de su
actitud ni de la fuerza de su deseo. A veces, el mundo se convierte en el
enemigo que confabula en mi contra: ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo para
merecer esto? Quizás el karma tenga la respuesta.
La suerte, la casualidad,… el destino tal vez entran en escena. La vida no es
matemática aplicada, a menudo la ciencia de la causalidad hace aguas. Las cosas suceden, algunas porque las
provocó, pero otras muchas ocurren al margen de nuestra influencia y nos afectan
tremendamente. ¿Es por ello el mundo un lugar injusto? ¿Es inútil el esfuerzo,
la dedicación y la constancia, puesto que el resultado siempre estará en última
instancia en manos de la fortuna?
Hay un cuento que tal vez arroje algo de luz sobre estas
cuestiones.
Cuenta la leyenda que hace muchos años vivía en una aldea de
China un labrador con su hijo. El labrador era una persona humilde y aparte de
la tierra que cultivaba y la casa que los cobijaba, su única propiedad era un
caballo que le ayudaba en su duro trabajo.
Un día el campesino olvidó cerrar la puerta del corral y el
caballo escapó. Todos los vecinos acudieron a la casa para decirle al campesino
lo mucho que lamentaban aquella pérdida. Él les agradeció su visita pero les
preguntó:
-¿Cómo podéis saber que lo ocurrido es una desgracia?
Los vecinos quedaron sorprendidos al observar la reacción del
campesino pues, a todas luces resultaba evidente que aquello era un duro revés
en el quehacer del campesino.
Sin embargo, una semana después el caballo retorno al establo
y, ante la sorpresa de todos, no volvió solo, sino que una hermosa yegua lo
acompañaba. Al conocer la noticia, todos los habitantes de la aldea acudieron a
felicitar al campesino por su suerte.
-Muchas gracias por vuestra visita y por vuestras
felicitaciones- dijo el labrador – pero, ¿cómo podéis saber que lo ocurrido ha
sido una suerte para mí?
Nuevamente desconcertados por la reacción del hombre, los
vecinos regresaron a sus casas sin saber que contestar.
Pasado un tiempo, el hijo del campesino decidió domesticar a
la yegua. Mientras estaba en ello, el animal realizó un movimiento brusco y el
muchacho cayó al suelo rompiéndose una pierna.
Los vecinos acudieron nuevamente a la casa del labrador
llevando algunos presentes para el joven herido. Todos se mostraron tristes
ante lo sucedido y compadecían al campesino por tan mala fortuna.
Pero nuevamente la reacción del campesino dejó a todos
estupefactos. ¿Cómo podéis saber si lo ocurrido ha sido realmente una
desgracia?
Esta respuesta indignó por completo a los vecinos, quienes ya
no dudaban en que aquel hombre había perdido por completo el juicio. “¿Cómo
podía preguntar tal cosa cuando su único hijo corría el riesgo de quedar cojo
para siempre?”
Transcurrieron algunos meses y Japón declaró la guerra a
China. Los emisarios del emperador recorrieron entonces todo el país en busca
de jóvenes saludables para reclutarlos y enviarlos al frente. Al llegar a la
aldea, todos los jóvenes fueron alistados, a excepción del hijo del labrador, pues
su pronunciada cojera lo inhabilitaba para la batalla.
Pasó el tiempo y fueron muchos los jóvenes que no regresaron
con vida a la aldea. Sin embargo, el hijo del campesino se recuperó de su
herida. Los dos caballos tuvieron crías y estas fueron vendidas con gran
beneficio. El labrador pasó por casa de sus vecinos para consolarlos y estos
escucharon sus palabras, no como las de un viejo loco, sino como las de alguien
sabio.
(* Adaptado de un cuento sufí de Paulo Coelho)
Es innegable que muchas de las cosas que nos suceden y nos
afectan están fuera de nuestra área de influencia, por mucho que otros se
empeñen en escribir lo contrario y vendan millones de libros. Aunque ello no nos convierte necesariamente en víctimas de las circunstancias, puesto que como afirmaba Víctor Frankl en su "hombre en busca de sentido", siempre somos libres de elegir la actitud que adoptamos ante las circunstancias. Los acontecimientos suceden de forma inexorable, pero esto, lejos de convertirnos en esclavos, nos ofrece la posibilidad de elegir cómo interpretarlo y qué hacer con ellos. Como dijo
Huxley “la experiencia no es lo que le sucede, sino lo que usted hace con lo
que le sucede”.
Por cierto, el accidente de Daisy que acabó con su carrera,
también provocó la inesperada visita del atractivo Button, quien flores en mano
no dudó de recorrer medio mundo para presentarse a los pies de su cama. Pero
esto ya es otra historia…
¡FELIZ REFLEXIÓN!
Buen post... lo enlazo en uno de mis blogs para que te visiten. Un saludo
ResponderEliminarhttp://unblogconunpocodetodo.blogspot.com.es/
Gracias Mª Teresa. ¡qué bueno verte de nuevo por aquí! ;)
EliminarMiguel, acabo de descubrir tu blog, que me he encantado. Sin duda volveré.
ResponderEliminarYa lo he incluido en el mío.
Hasta pronto..
Gracia
www.crecercoaching.com
Bienvenida a este espacio. Muchas gracias por tus palabras y por tu colaboración.
EliminarSaludos
Me ha encantado!!
ResponderEliminarAceptar las circunstancias de nuestra vida, fortuitas o no, y darles un sentido, es la forma para mí más "sana" de crecer como personas.
Saludos Miguel!
Últimamente están teniendo muchas repercusión algunas teorías basadas en la "ley del deseo" que afirman que si lo deseas con fuerza, que si te enfocas lo suficiente la energía del universo fluirá a tu favor. Yo creo que hay algunas cosas sobre las que podemos ejercer influencia y otras muchas que no dependen de nosotros. Ahora bien, lo que siempre estará en nuestra mano es que hacemos con las cosas que nos pasan, como las gestionamos, que sentido les damos, como las acomodamos. Esa sí es nuestra responsabilidad.
EliminarSaludos Bea.
Buenas tardes:
ResponderEliminarTe comento que he nominado tu blog a un premio que se da entre blogueros.Quizá puedas continuar la cadena y darlo a otros que tú conozcas y que te gusten.
Toda la información y el enlace aquí:http://pilaralberdi.blogspot.com.es/2013/06/premio-one-lovely-award.html
Cordiales saludos.
Muchísimas gracias Pilar por tu nominación.
EliminarMe siento tremendamente halagado por estos premios que son concedidos por compañeros/as que aprecian y valoran el trabajo del blog. Recibir este tipo de reconocimientos recarga las energías para continuar escribiendo y compartiendo.
Un abrazo Pilar.