lunes, 19 de marzo de 2012

CUANDO EL ALUMNO ESTÁ PREPARADO ...

Pudiera dar la impresión al leer artículos anteriores del blog que, presumiendo de no buscar culpables, de no acusar a nadie, caigo en el error de ser condescendiente con los alumnos a los que les otorgo el papel de víctimas inocentes. Que crea que no tiene sentido criminalizar a alguien por sus errores del pasado no significa que piense que se les debe eximir de toda responsabilidad.

Trabajo en programas de formación para el empleo que se nutren de alumnos descartados por el sistema educativo reglado, oficial. La mayoría de nuestros alumnos son “gatos escaldados” que huyen de cualquier clase que les recuerde su paso por el instituto. No quieren estudiar, y en muchos casos tampoco quieren trabajar. Se acomodan en el limbo de la indecisión y la actual situación del mercado laboral se convierte en terreno abonado que justifica su pereza y su falta de iniciativa. Se cubren con el abrigo de las mil y una excusas y se asientan al amparo de la falta de oportunidades para justificar un modo de vida más propio de pensionistas que de jóvenes hambrientos de oportunidades. Es frustrante ver como alumnos que rozan o superan la mayoría de edad se comportan de forma más propia de niños de primaria. En muchas ocasiones sus “no puedos” esconden en realidad un arraigado “no quiero, no me da la gana”. Se acostumbran a vivir “a la sopa boba” de sus padres, que les justifican y compadecen por los malos tiempos que les ha tocado vivir. Y ellos, encantados, ocupan el sillón de la víctima y se dejan llevar. Se convierten en avestruces que sólo sacan la cabeza cuando es hora de comer o salir a la calle.

En las clases intento desmontar excusas, intento responsabilizarles de sus fracasos anteriores al tiempo que les muestro una fe ciega en sus posibilidades. Tienen la vida por delante y la oportunidad de conseguir cualquier cosa que se propongan. Intento que recojan las riendas de su vida y que la conduzcan a donde ellos quieran. Intento que se sepan responsables de sus actos, que asuman que de cada decisión que toman se derivarán unas consecuencias, y que algunas de estas consecuencias se convierten en largas hipotecas difíciles de pagar.

Podría parecer, por lo escrito en entradas anteriores, que tengo una especie de varita mágica capaz de convertir sapos en príncipes. Nada más lejos de la realidad. La cosa va por rachas: Hay días en los que creo que conectamos y en los que creo ver en sus ojos el brillo de la ilusión, y hay días en los que el castillo de naipes se nos derrumba y estoy tentado de lanzarlos a todos por la ventana. Esos días me consuelo recordando el cuento de la vieja y las flores, y pienso que mi trabajo es sembrar, esparcir semillas. Algunas caen en terreno abonado, otras no. Algunas florecerán ese mismo año, otras permanecerán hibernando y florecerán años después, otras sin embargo, no llegarán a germinar nunca. No existen soluciones universales, no hay bálsamo capaz de curar todos los males, no hay recetas milagro. Sólo podemos intentar poner lo mejor de nosotros mismos en cada una de nuestras clases y hacerlo de corazón, con honestidad.

Recuerdo el proverbio que dice que el maestro aparece cuando el alumno está preparado. Algunos de mis alumnos están preparados, su momento es ahora, otros por desgracia aún no. Deseo que cuando les llegue el momento no sea tarde y como dicen los taoístas en ese instante el universo se confabule para acudir en su ayuda.

3 comentarios:

  1. No se si mi comentario estámuy al hilo de este post, creo que sí, Ustedes juzgarán. El caso es que estoy muy de acuerdo con lo que se expone y me atrae mucho su titulo.
    Una de las cosas que me sorprendió comprobar es que, efectivamente aprendemos cuando estamos preparados. No es necesario un largo proceso. Cualquier día decidimos que estamos listo para abordar algo incluso que hasta ese instante pensábamos que no valiamos y de repente todo cambia, adquirimos todo lo necesario para desempeñarlo. No es una cuestión de voluntad o de querer, es algo más interno, parecido a cuando un niño pequeño da sus primeros pasos y ya no para de andar o un día decides que estás preparado para montar en bici y se borran todos los miedos.
    Conseguir eso en los alumnos, devolverles su autoestima y hacerles sentir que están preparados y ya tan sólo conseguír sus objetivoswes cuestión de trabajo... Conseguir eso es mágico.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que no es posible aprender a la contra. El aprendizaje necesita de iniciativa e implicación por parte de quien aprende, del sujeto activo del aprendizaje. El papel del maestro se transforma en el de alguien que invita, que muestra que, en el mejor de los casos, es capaz de atraer y despertar la curiosidad, y que finalmente acompaña en el proceso de descubrimiento que supone aprender. En realidad más que de aprendizaje deberíamos de autoaprendizaje.

      Estoy de acuerdo con que el aprendizaje implica necesariamente una decisión, con seguridad requiere también de un grado de maduración adecuado por parte del alumno (todo aprendizaje tiene su momento idóneo), aunque creo que también implica voluntad por parte del alumno. Poder y querer anda de la mano en un aprendidizaje significativo y duradero.

      Gracias por compartir tu punto de vista y por tan enriquecedor comentario.
      Saludos

      Eliminar

ENTRADAS RELACIONADAS:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...