La intensa lluvia apareció hace unos días para recordarnos la
cercanía del nuevo curso escolar. El verano se acaba y es hora de recoger los
cubos, rastrillos y palas con los que por unos días jugamos a ser arquitectos.
Va siendo hora de sacar de la maleta gris el despertador, las rutinas y las
mangas de las camisas.
La llegada de septiembre supone para muchos, al menos para
los que tenemos hijos en edad escolar, el inicio de un nuevo ciclo. Aún no
hemos deshecho la maleta de las vacaciones y ya estamos llenando la mochila de
material escolar. Los colegios ponen contadores a cero y las familias calientan
motores esperando que suenen los timbres. En realidad este mes es nuestro enero
particular, nuestro arranque de año, porque el año realmente empieza a rodar en
septiembre. Septiembre es el enero de las familias con niños, incluyendo su
particular cuesta, que es bastante más pronunciada en septiembre.
Con todo, los primeros días de septiembre suponen una
oportunidad magnífica para plantearse nuevos objetivos, para desempolvar y dar
forma a esos proyectos que imaginamos durante las vacaciones. Estos días nos
brindan la oportunidad de enderezar, de replantearnos la marcha del año, de
corregir el rumbo con energías renovadas, de darle una nueva oportunidad a
nuestros anhelos. Todo nuevo comienzo supone abrir la puerta a la posibilidad.
Todo regreso comporta una mirada distinta, una perspectiva diferente,
seguramente más lucida de la que nos ofrecían el hábito y la rutina.
Al igual que los escolares, en estos días abrimos nuestras
libretas impolutas dispuestos a escribir con la mejor de nuestras letras en
esas nuevas páginas. Cargados de buenas intenciones y confiados en nuestras
posibilidades, retomamos el camino tras el merecido paréntesis veraniego.
Algunos se harán los remolones y atrapados en la añoranza veraniega sufrirán un
breve síndrome post-vacacional. Otros, más inteligentes, sabrán dosificar sus
energías volcándolas en nuevos proyectos, en nuevos enfoques, en nuevos propósitos de “inicio
de año”, disfrutando así de la maravillosa oportunidad que nos brinda el inicio
de curso para demostrar que supimos aprender de nuestros errores.
Aunque no necesitamos excusas para cambiar lo que no nos
gusta en cualquier momento, aunque, como decía el anuncio de bombones, siempre
aceptaremos un “porque hoy es hoy”
como motivo suficiente para el cambio, hay momentos en que las circunstancias
acompañan e invitan a la aventura. Sin duda septiembre es un mes de vientos
favorables para aquellos que se decidan a hacerse a la mar. Suerte a los
valientes!
¡FELIZ REFLEXIÓN!
Uf!! pensaba que nos habias abandonado, que nos ibas a privar de esa lectura enriquecedora y gratificante para el alma.
ResponderEliminarEstaba pensando en un mensaje de SOS.La fecha límite era septiembre y la vuelta de vacaciones.
Seguimos con positividad enfrentándonos a la vida y mi comienzo hoy ha sido con el Inglés....es mi asignatura suspensa siempre pero hoy (el 2 de septiembre)me la he tomado en serio.
Un saludo y muchos ánimos para seguir siempre adelante!!!
Hola Ana
EliminarMuchísimas gracias por tan caluroso recibimiento y por tan amables palabras. De nuevo en el camino y con las pilas cargadas, dispuesto a enfrentar con nuevos ánimos algunas de esas asignaturas de la vida que se hacen las duras.
Para ello Septiembre es el mes de los exámenes de recuperación.
Un abrazo
Hola soy nueva en tu blog pero encantada de haberte encontrado. Me ha gustado mucho intención así que la compartiré.👏
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