Decía el profesor Seligman en uno de sus libros que cuando nos enfrentamos a una dificultad las mujeres y los hombres no reaccionamos de la misma manera: “mientras que las mujeres se centran en encontrar las causas, los hombres se emborrachan”. Esta es una de las razones por las que, según Seligman las depresiones afectan en mayor medida a las mujeres que a los hombres. Mientras que las mujeres permanecen ancladas durante mucho tiempo, tratando de averiguar qué es lo que hicieron mal, los hombres directamente pasan a la acción, se olvidan y “… a otra cosa mariposa”. Los hombres somos mucho más simples que las mujeres, y esto alguna ventaja tenía que tener.
Seligman explica esta diferencia basándose en el concepto de rumiación. La rumiación describe el fenómeno por medio del cual algunos pensamientos, generalmente negativos, vuelven a acudir a nuestra mente de manera reiterada hasta convertirse casi en obsesivos. Este fenómeno de la rumiación se observa en mayor medida entre las mujeres que entre los hombres y, cuando se da junto con otras variables, puede provocar que un imprevisto o un simple contratiempo se conviertan en la gota que llena el vaso y lo desborde convertida en depresión.
Como dijo alguien muy acertadamente (¿Aristóteles?), en el término medio se encuentra la virtud. Es evidente que ninguno de los dos extremos (la rumiación o “el alcoholismo”) son recomendables, ni saludables. ¿No sería interesante que existiera un curso que se llamara “aprenda a preocuparse de manera saludable”?, es decir, preocuparse en su justa medida, sin pasarse (rumiación), ni quedarse corto (pasotismo).
Hablando de vasos llenos de agua recuerdo una preciosa historia que tiene como protagonistas a un profesor y a un vaso lleno de agua, y que casualmente… viene a cuento.
Un profesor empezó su clase sosteniendo un vaso de agua. Lo levanto y pregunto a la clase, ¿cuánto creen que puede pesar este vaso de agua?
- 50 gr, 100 gr, 125 gr.... respondieron los estudiantes.
- Realmente no puedo saberlo hasta pesarlo- dijo el profesor - pero mi pregunta es: ¿Qué puede pasar si lo sostengo durante un minuto?
- Nada, dijeron los estudiantes un tanto extrañados.
- De acuerdo, pero ¿que podría pasar si lo sostengo media hora? – preguntó el profesor.
- Su brazo podría dolerle - dijo uno de los estudiantes.
- Sí es posible - dijo el profesor - ahora ¿qué pasaría si lo sostengo en alto durante todo un día?
- Su brazo se entumecerá, quizá tenga stress muscular y parálisis, y seguro que tendría que verlo un medico!! - Dijo otro estudiante y todos rieron.
- Sí es posible, pero en ese tiempo… ¿el peso del vaso ha cambiado?, volvió a preguntar el profesor.
No - fue la respuesta.
- Entonces ¿qué causa que el brazo duela y que el músculo se estrese?
Los estudiantes estaban sorprendidos, no entendían lo que estaba pasando.
-¿Qué debo hacer ahora para que se me quite el dolor? - pregunto nuevamente el profesor.
- ¡¡¡¡Baje el vaso!!!! - Dijo uno de los estudiantes.
- ¡¡Exactamente!! - Dijo el profesor. Los problemas de la vida son como eso. Mantenlo pocos minutos en tu cabeza y estarán bien. Piensa en ellos un largo tiempo y empezaran a doler. Mantenlos más tiempo y empezaran a paralizarte. No serás capaz de reaccionar.
Es importante el pensar en los retos y problemas en tu vida, pero más importante es saber bajarlos al final de cada día antes de ir a dormir, de esa manera no tendrás stress, despertaras bien cada día y manejarás cualquier reto o situación que se presente en tu camino!!!
¡FELIZ REFLEXIÓN!
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