lunes, 16 de abril de 2012

LA PARADOJA DE LAS TIC Y EL SUPERHÉROE AMERICANO.

Durante la década de los ochenta se emitió en televisión una serie que contaba las peripecias de un voluntarioso profesor, Ralph Hinkley, encargado de la educación de un grupo de alumnos con problemas de conducta. Durante una salida con sus alumnos al desierto Ralph y un agente federal son testigos de la aparición de unos extraterrestres que le entregan al profesor un traje dotado de unos extraordinarios poderes. Influido por el agente, Ralph desestima su intención inicial de entregar el traje a las autoridades y comunicar lo ocurrido, y deciden utilizar el traje para luchar contra el crimen y en favor de la justicia. El inconveniente del asunto es que el torpe profesor ha extraviado el manual de instrucciones que les entregaron junto con el traje y tendrán que ir descubriendo sus poderes y su manejo a ciegas, lo cual dará lugar a no pocas situaciones cómicas.

Este es el argumento que desarrollaba la serie el superhéroe americano que se emitió por televisión española en las sobremesas de algunos veranos de los ochenta. Su protagonista era un joven profesor implicado y comprometido con su labor educativa, que luchaba por transmitir unos valores a sus descarriados alumnos.

El traje de superhéroe, que le es entregado en el primer capítulo, le otorga la posibilidad de utilizar estos poderes tanto en su trabajo como profesor como para un fin más ambicioso: conseguir un mundo más justo.

La metáfora está servida. Para mí las TIC funcionan como aquel llamativo traje rojo. Al disfrazarnos con ellas, al utilizarlas, adquirimos toda una serie de capacidades, de poderes que nos permiten sobrevolar con autoridad por encima de las cabezas de nuestros alumnos. Nos otorgan el poder de la atracción, de la seducción, de la motivación, de la convicción,… Cualquier cosa que expliquemos utilizando nuestros nuevos poderes, será ahora fácilmente comprendida por nuestro auditorio.

Las TIC aparecieron hace unos años con fuerza en las aulas, pero su irrupción en ellas no se produjo de manera ordenada sino que fue una especie de desembarco al estilo de un elefante en una cacharrería. Los profesores, al principio, alegamos falta de medios y de formación. Pero era una guerra perdida. Los primeros visionarios se convirtieron en gurús tecnológicos y guiaron al resto de la manada hacía la luz. Millones de aplicaciones inundaron la red con el objetivo de facilitar la labor del profesorado. Las pizarras cambiaron del verde al blanco y los libros dejaron de ser de papel. Las TIC inundan las clases y una pregunta flota en el aire: Si el saber está en la red, si tenemos el conocimiento a un solo clic, … ¿para qué necesitamos maestros?

Es evidente que las TIC son el futuro. Es evidente que las TIC nos ofrecen un enorme potencial didáctico, e incluso que las TIC van a provocar una revolución en el mundo educativo. Pero sucede al igual que en la serie de TV, que al entregarnos el poder perdimos el manual de instrucciones. Vamos experimentando y probando en el aula los poderes que las nuevas herramientas nos otorgan. Y, al igual que al atolondrado Ralph, nos ocurre más de una situación cómica. El poder nos confunde. La posibilidad de cambiar el sentido de la educación provoca una sensación de vértigo, de desorientación. Es Peter Parker luchando contra Spiderman. Como dijo su tío en la película: “Un gran poder comporta una gran responsabilidad”.

Las TIC son el futuro, son la herramienta definitiva que nos posibilita erradicar la apatía, la desmotivación, el desinterés, que nos permite adaptar los contenidos al nivel de cada alumno, individualizar el aprendizaje, rentabilizarlo. La tecnología aplicada a la educación nos brinda la oportunidad de iniciar una revolución que modifique los cimientos del sistema educativo y posibilita que nos volvamos a replantear todas las preguntas.

Pero las TIC no son un contenido, no son un fin en sí mismas, son sólo una herramienta, una metodología. La cuestión, lo importante, es lo que podremos conseguir gracias a ellas, la oportunidad que nos plantean. Las TIC suponen abrir una ventana en el aula y dejar que la realidad se cuele por ella. Las TIC supondrán una revolución en la medida en que transformen la manera de construir el conocimiento. Las TIC nos ofrecen la posibilidad de destruir la educación bulímica de hoy para pasar a una educación donde cada cual construya y aporte conocimiento desde sus intereses, expectativas y preferencias. Las TIC son una herramienta, y al igual que la conocida metáfora del cuchillo, las podemos utilizar para untar o para agredir. Pero ellas por si solas no son garantía de nada, ni siquiera de modernidad.

Lo que es innegable es que las TIC abren la puerta a todo un mundo de posibilidades. Pero nos queda mucho camino que recorrer, mucho que familiarizarnos con ellas como el superhéroe americano a su traje. Y al final su eficacia dependerá no tanto de nuestra habilidad para manejarlas sino de cuáles son nuestras intenciones. ¿Quién se apunta a salvar el mundo?

2 comentarios:

  1. No se podría haber explicado mejor...Totalmente de acuerdo!! Yo añadiría que no son sólo una herramienta: forman parte ya de nuestra vida y de nuestras relaciones,conforman cada vez más rápido nuestra forma de entender el mundo...Urge pues encontrar el manual de instrucciones...jeje..

    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Hola Bea. Lo que es seguro es que el primer capítulo de ese manual de instrucciones explica que el buen uso de las TIC estriba en su intención, en la finalidad con que las usamos. No hay que olvidar que son simples herramientas y, al igual que la metáfora del cuchillo, su potencial estriba en el uso que se haga de ellas. Hay quien las utiliza para hacer castillos de fuegos artificiales (pura estética) y hay quien consigue impactar con ellas.
      Con todo, coincido contigo que ya no podemos entender la educación sin ellas.

      Saludos.

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