miércoles, 14 de marzo de 2012

EL SUEÑO DEL CARACOL


Insisto en la idea de pasar a la acción. Las intenciones, los deseos, los sueños, los anhelos, las ilusiones, deben abandonar el plácido mundo de los pensamientos y transformarse en acción. Las palabras tienen que convertirse en hechos, en movimiento. Está bien reconocer los errores del pasado, incluso arrepentirse de ellos. Es el primer paso, es necesario, pero no es suficiente. No podemos retrasar las agujas del reloj, no podemos volver a vivir los momentos pasados, no podemos recuperar la oportunidad perdida. No debemos atormentarnos por ello, pero tampoco consolarnos. Tenemos la obligación de aprender de nuestros errores, de reflexionar sobre nuestras experiencias y que estas nos ayuden a madurar, nos hagan crecer.

Cuando comienzo con un grupo de alumnos nuevo, les insisto en esta idea. Están ante un nuevo comienzo, una nueva oportunidad, una ocasión de demostrar que han aprendido de sus errores del pasado y que son capaces de hacer las cosas de manera distinta. La mayoría dicen que sí, cuesta poco pronunciar las palabras. La saliva es barata, el sudor no tanto. Lo que cuentan son los hechos.

Insisto una y otra vez en la metáfora de subirse al tren. En la vida hay un momento en que por nuestra estación pasan trenes de manera habitual. Somos jóvenes, podemos hacer estupideces y desperdiciar oportunidades porque a los pocos minutos pasará otro tren. Pero llega un momento en que la frecuencia de paso de los trenes se dilata y, a lo peor, cuando nos decidimos ya es tarde. Entonces maldecimos por las oportunidades perdidas. Pero ya de nada sirve arrepentirse por lo que no hicimos. ¿Qué hubiera pasado si …?. Nunca lo sabremos.

El momento es aquí y ahora. La reflexión está bien, es necesaria. Pero son los hechos los que nos ponen en camino. Hay que reunir el coraje suficiente y lanzarse. Casi nadie se arrepiente nunca de haberlo intentado, por muy mal que se le haya dado. Además, como dijo Robert Allen, todo lo que quieres en la vida está fuera de tu zona de confort. O como dice el refranero el que algo quiere, algo le cuesta.

Apoyo esta idea con la proyección del cortometraje de Iván Sainz-Pardo “El sueño del caracol”, una preciosa historia que habla sobre el precio de la indecisión y las oportunidades perdidas. El cortometraje está en alemán, pero está subtitulado y a los pocos minutos se nota el origen español de su director. El corto tiene un mensaje muy evidente que se ve subrayado por el giro de los acontecimientos al final de la película. No os desvelo más de la historia y enlazo el video para que lo disfrutéis… y como les digo a mis alumnos, os apliquéis el corto.


2 comentarios:

  1. preciosa historia que desnuda nuestras indeciciones y el precio tan alto que debemos pagar por ellas.

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    1. Cierto Henry. La indecisión nos ancla en nuestra "zona de confort" y retrasa la consecución de nuestros sueños, nos aleja de ellos. Es un precio excesivo.

      Saludos.

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