viernes, 16 de marzo de 2012

EL EXPERIMENTO DE LA ESPERANZA

Cuenta la mitología que Zeus creó a Pandora para que esparciera los males entre los hombres en represalia por la afrenta cometida por Prometeo al entregarles el fuego. Pandora, empujada por la curiosidad, destapó la vasija que contenía todos los males y, al darse cuenta de su error, asustada, cerró de golpe la tapa dejando encerrada a la esperanza. Pandora, arrepentida, corrió entre los hombres para contarles que cuando se sintieran acosados por aquellos males, que ella había liberado, siempre podrían buscar refugio en la esperanza, que permanecía a buen recaudo.

Contaba en mis primeras entradas en el blog como mis queridos elefantes, a fuerza de coleccionar pequeños fracasos habían perdido la esperanza. Como su colección de nopuedos, novalgos, nosirvos y totalpaqués les habían marginado al lado oscuro del sistema educativo. Aquejados del gran mal, que años después los psicólogos bautizaron con el demoledor nombre de indefensión aprendida, permanecían apáticos, derrotados como el elefante de Bucay. La indefensión es el momento en el que alguien asume que todos sus esfuerzos son vanos, que por mucho que lo intente no lo va a conseguir, que el resultado obtenido poco o nada tiene que ver con lo que haga, que lo que tenga que pasar… pasará. Es el momento en el que uno abandona las riendas de su vida y se deja llevar por la corriente.

Igual que la arrepentida Pandora, que propagaba la existencia de la esperanza, para que los hombres buscaran refugio en ella, los profesores tenemos la obligación de sembrar la esperanza en nuestros alumnos, pero ¿cómo podemos administrar el antídoto para la indefensión?, ¿Cómo podemos ayudarles a recuperar la ilusión, la confianza en sus posibilidades?

Encontré en la red hace tiempo un artículo que describía un experimento realizado por el profesor alemán Rudolf Bilz. En esta investigación, el profesor Bilz metió en un barreño lleno de agua a un grupo de ratones. Los ratones nadaron durante algún tiempo tratando de salir del barreño, aunque al ser las paredes lisas no lo consiguieron. Cuenta Bilz que tras 15 minutos de desconcierto las ratas murieron. Comenta el investigador lo extraño de esta reacción, ya que está demostrado que estas ratas pueden nadar durante 80 horas sin parar, por lo que cree que su muerte no se debió al esfuerzo físico, al agotamiento, sino al miedo, al estrés que tienen los ratones al enfrentarse a una situación desconcertante y sin salida. En este experimento se ha provocado indefensión, desesperanza en los ratones y estos se han comportado, no de acuerdo a sus potencialidades (resistir nadando 80 horas), sino que, arrastrados por la sensación de indefensión y miedo, se han rendido a los pocos minutos.

Rudolf Bilz repitió el experimento con otro grupo de ratones (lógico!) de la misma especie. Pero esta vez introdujo un elemento diferente en el experimento. A los cinco minutos, mientras el ratón trataba de buscar una salida a su inexplicable situación, introdujo en el agua una tablilla de madera por la que el ratón pudo trepar y salir del barreño. Bilz introdujo días después a este mismo ratón nuevamente en el barreño lleno de agua, aunque esta vez sin tablilla salvadora. Y, aquí viene lo sorprendente del experimento, descubrió que esta vez el animal no moría de estrés a los pocos minutos, sino que permanecía nadando durante horas, durante días, alentado por la esperanza de que en algún momento volviera a aparecer la tablilla salvadora. Había conseguido inocular la esperanza en el pequeño ratón.

Esta pues en nuestra mano, ofrecernos como tablilla de salvación, demostrar con nuestro ejemplo en las clases que, entre todos los males, también hay espacio para la esperanza. Que no debemos darnos por vencidos y que debemos esforzarnos al límite de nuestras posibilidades, porque mientras mantengamos viva la esperanza, mientras continuemos esforzándonos, no seremos fracasados.

Acompaño la entrada con un video de un interesante experimento realizado por una profesora en el que se muestra lo increíblemente fácil que es generar sentimientos de indefensión en las personas, sobre todo en adolescentes.


7 comentarios:

  1. Siempre es interesante el aprendizaje Esperado obtenido de una situación que se presenta de improviso, pero también es importante el ir retomando los valores que regulan los sentimiento y actitudes. Los cuentos es una herramienta muy buena.
    Gracias.. Soy de México y soy seguidora de su blog maestro.

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    1. El verdadero aprendizaje no se persigue, se encuentra. El requisito es que hay que estar predispuestos, expectantes, curiosos ante la realidad que nos rodea.

      Los cuentos son una herramienta fantástica puesto que nos relajan, desarman nuestras defensas y, la reflexión llega por la puerta de atrás, sorprendiendo, emocionando y... quedándose para siempre.

      Un abrazo Elva. Mil gracias por tus palabras.

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  2. Acabo de llegar a tu blog desde google y tu entrada me ha....soprendido, impactado, ENCANTADO....Voy a compartirte en varios sitios porque el mundo necesita ver que todavía hay profesores buenos, y los que no lo son tanto, necesitan esa tablilla para ver que también pueden, lo mismo que los alumnos. Esta entrada sirve para tantas cosas. Muchas gracias :)

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    1. ¡Mil gracias por tus ánimos! Comentarios como el tuyo son los que le dan fuerzas a uno para seguir escribiendo y compartiendo.

      El experimento de Bilz muestra como podemos aumentar exponencialmente nuestras posibilidades, como podemos agrandar nuestros límites y, sobre todo como podemos inocular el virus de la esperanza en otros, en nuestros hijos, en nuestros alumnos. Ser conscientes de esto nos obliga a involucrarnos y mejorar cada día en nuestro trabajo. ¡Hay demasiado en juego!

      Un abrazo Estelita.

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  3. Muy bueno el ejemplo propuesto por la profesora. En economía y en cualquier otra situación sucede lo mismo. Lo inesperado, la indefensión, la base del trauma.

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    1. Hola Pilar. En efecto muchos estudios muestran como la indefensión aprendida aparece como el germen de futuras depresiones. Yo creo que también es la explicación de un elevado porcentaje del abandono y del fracaso escolar de nuestros jóvenes. El experimento de Bliz pone luz a muchas de estas situaciones y muestra el camino de las posibles soluciones. Una fórmula "casi mágica": empoderar al alumno.

      Saludos.

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