“Hay algo que debéis
entender de mi forma de trabajar. Cuando me necesitáis y no me queréis, debo
quedarme. Cuando me queréis, pero ya no me necesitáis debo irme… Es un poco
triste, pero es así”.
La cita define, desde mi punto de vista, una metodología de
actuación válida, aplicable tanto para terapeutas como educadores o padres. Todo
proceso tiene un principio y un fin y es la necesidad la que lo determina, no
el cariño ni las buenas intenciones. Saber determinar cuando alguien necesita
ayuda y cuando es capaz de hacer las cosas por sí mismo es un aprendizaje
importante para padres, profesores y terapeutas. Tan importante es saber cuando
intervenir, como reconocer cuando es el momento de dejar de hacerlo. De lo
contrario estaremos sustituyendo el aprendizaje por la dependencia.
La frase está tomada de la película “La niñera mágica”
protagonizada por Emma Thomson, quien además se encargó de escribir la
adaptación basándose en una popular colección de libros infantiles. La película
cuenta la historia de una peculiar niñera encargada de poner en vereda a siete
pequeños salvajes, especialistas en deshacerse de sus cuidadoras, que tras el
fallecimiento de su madre se encuentran al cuidado (casi descuidado) de su ocupado padre.
Tras varios intentos frustrados por encontrar niñera (17
exactamente) el Sr. Brown se encuentra con las puertas de la agencia de contratación
cerradas. Ya no quedan más candidatas para sus hijos. Sin embargo esa noche
aparece ante su puerta la señorita McPhee, una mujer de aspecto grotesco que se
ofrece a hacerse cargo del trabajo. “No
me ha buscado, pero me necesita” es su inquietante carta de presentación.
La Señorita McPhee se propone como objetivo que los niños
aprendan 5 lecciones, tras lo cual su trabajo habrá finalizado. La mayoría de
estas lecciones están basadas en la obediencia, los niños deben aprender a
hacer lo que se les dice, aunque también deben aprender a escuchar. Con todo,
como dice la niñera, al final lo que cada cual aprenda dependerá de sí mismo.
Aunque la lección sea la misma, lo aprendido siempre es distinto, siempre es particular.
En realidad el proceso educativo o de cambio planteado por la
señorita McPhee recoge las tres fases características de un proceso de
coaching: Consciencia, ya que los
niños deben darse cuenta de su complicada situación económica y entender las difíciles
decisiones a las que el padre tiene que enfrentarse para intentar mantener a su
familia unida; Responsabilidad, ya
que a pesar de las mágicas intervenciones de la señorita McPhee, los niños
deben asumir las consecuencias de sus decisiones y actos; y Acción, puesto que la solución definitiva
pasa por que los niños ideen y pongan en marcha su propio plan de acción.
Durante todo el proceso, conforme los niños van aprendiendo,
el aspecto físico de la señorita McPhee va cambiando: le desaparecen las
verrugas y el diente prominente, se suaviza la abultada nariz y su rostro y
aspecto van rejuveneciendo. Paralelamente los niños van evolucionando del
rechazo a la aceptación y de esta, al cariño hacia su niñera. El cambio físico de
la niñera representa el avance de este proceso. El paso de las ordenes, las
normas y la tutela continua (la cara más odiosa, aunque necesaria, del proceso
educador) a la observación distante y la mirada complice (sin duda la parte más
gratificante). Pero ambas deben darse, y además en ese mismo orden. Saber
gestionar ese cambio es lo que define a los grandes educadores.
Como acostumbra a decir el profesor Santos Guerra “Los educadores
forman a sus educandos como los océanos forman a los continentes, retirándose”.
La cuestión es saber iniciar la retirada a tiempo. Para ello mejor dejarse
guiar por la necesidad que por el cariño. Es triste, pero es así.
¡FELIZ REFLEXIÓN!
Supongo que todos hemos tenido un profesor al que estábamos deseando perder de vista pero que a fin de cuentas, es el profesor que nos deja huella, y no de mala manera, sino que gracias a el (o a ella en mi caso) nos a ayudado a base del esfuerzo y la constancia.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Muy buen referente el de la película y la comparación que haces con la relación profesor-alumno.
Gracias por el comentario Tamara. Desgraciadamente (o afortunadamente) no somos lo suficientemente conscientes de la influencia que los profesores tenemos sobre los alumnos.Desgraciadamente (o afortunadamente) los alumnos tampoco son conscientes de esa influencia, hasta que la perspectiva de los años nos hace valorarla. Aunque afortunadamente suele cumplirse el dicho de que "cuando el alumno está preparado, aparece el maestro".
EliminarSaludos.
Siento que al profesor se le pone mucha carga de crianza más de profesor y eso es un erros absoluto de los padres.
ResponderEliminar