Una de las entradas más visitadas (espero que también leídas)
del blog es un cuento para despertar a los alumnos. Pero, como recientemente he
descubierto, nadie puede despertar a otros si uno todavía está dormido, esta
entrada estaba incompleta. Hace unos días encontré su “media naranja”, la historia
que habla de la otra cara de la moneda… un cuento para despertar a los maestros.
La historia que acompaño está adaptada del texto “Three letters from Teddy” de
Elizabeth Silance Ballard.
A todos los “profes”… ¡Feliz despertar!
Aquella mañana la
señorita Thompson fue consciente de que había mentido a sus alumnos. Les había
dicho que ella les quería a todos por igual pero, acto seguido se había fijado
en Teddy, sentado en la última fila, y se había dado cuenta de la falsedad de
sus palabras.
La señorita Thompson había estado observando a Teddy el curso
anterior y se había dado cuenta que no se relacionaba bien con sus compañeros y
que tanto su ropa como él parecían necesitar un buen baño. Además el niño acostumbraba
a comportarse de manera bastante desagradable con sus profesores. Llego un
momento en que la señorita Thompson disfrutaba realmente corrigiendo los
deberes de Teddy y llenando su cuaderno de grandes cruces rojas y bajas
puntuaciones. Sin duda era lo que merecía por su dejadez y falta de esfuerzo.
En aquel colegio era obligatorio que cada maestro se
encargara de revisar los expedientes de los alumnos al inicio de curso, sin
embargo la señorita Thompson fue relegando el de Teddy hasta dejarlo para el
final. Sin embargo al llegarle su turno, la profesora se encontró con una
sorpresa. La profesora de primer curso había anotado en el expediente del
chico: “Teddy es un chico brillante, de risa fácil. Hace sus trabajos
pulcramente y tiene buenos modales. Es una delicia tenerle en clase.” Tras el
desconcierto inicial, la señorita Thompson continúo leyendo las observaciones
de los otros maestros. La profesora de segundo había anotado, “Teddy es un
alumno excelente y muy apreciado por sus compañeros, pero tiene problemas en
seguir el ritmo porque su madre está aquejada de una enfermedad terminal y su
vida en casa no debe ser muy fácil.” Por su parte el maestro de tercero había
añadido: “La muerte de su madre ha sido un duro golpe para él. Hace lo que
puede pero su padre no parece tomar mucho interés, sin no se toman pronto
cartas en el asunto, el ambiente de casa acabará afectándole irremediablemente.”.
Su profesora de cuarto curso había anotado: “Teddy se muestra encerrado en sí
mismo y no tiene interés por la escuela. No tiene demasiados amigos y, a veces,
se duerme en clase.”
Avergonzada de sí misma, la señorita Thompson cerró el
expediente del muchacho. Días después, por Navidad, aún se sintió peor cuando
todos los niños le regalaron algunos detalles envueltos en brillantes papeles
de colores. Teddy le llevó un paquete toscamente envuelto en una bolsa de la
tienda de comestibles. En su interior había una pulsera a la que faltaban
algunas piedras de plástico y una botella de perfume medio vacía. La señorita
Thompson había abierto los regalos en presencia de la clase, y todos rieron
mientras enseñaba los de Teddy. Sin embargo las risas se acallaron cuando la
señorita Thompson decidió ponerse aquella pulsera alabando lo preciosa que le
parecía, al tiempo que se ponía unas gotas de perfume en la muñeca. Teddy fue
el último en salir aquel día y antes de irse se acercó a la señorita Thompson y
le dijo: “Señorita, hoy huele usted como solía oler mi mamá.”
Aquel día la señorita Thompson quedó sola en la clase,
llorando, por más de una hora. Aquel día decidió que dejaría de enseñar lectura
escritura o cálculo. A partir de ahora se dedicaría a educar niños. Comenzó a
prestar especial atención a Teddy y, a medida que iba trabajando con él, la
mente del niño parecía volver a la vida. Cuánto más cariño le ofrecía ella, más
deprisa aprendía él. Al final del curso, Teddy estaba ya entre los más
destacados de la clase. Esos días, la señorita Thompson recordó su “mentira” de
principio de curso. No era cierto que los “quisiera a todos por igual”. Teddy
se había convertido en uno de sus alumnos preferidos.
Un año después la maestra encontró una nota que Teddy le
había dejado por debajo de su puerta. En ella Teddy le decía que había sido la
mejor maestra que había tenido nunca.
Pasaron seis años sin noticias de Teddy. La señorita Thompson
cambió de colegio y de ciudad, hasta que un día recibió una carta de Teddy. Le
escribía para contarle que había
finalizado la enseñanza superior y para decirle que, continuaba siendo
la mejor maestra que había tenido en su vida.
Unos años más tarde recibió de nuevo una carta. El niño le
contaba como, a pesar de las dificultades había seguido estudiando y que pronto
se graduaría en la universidad con excelentes calificaciones. En aquella carta
tampoco se había olvidado de recordarle que era la mejor maestra. Cuatro años
después, en una nueva carta, Teddy relataba a la señorita Thompson como había
decidido seguir estudiando un poco más tras licenciarse. Esta vez la carta la
firmaba el doctor Theodore F. Stoddard, para la mejor maestra del mundo.
Aquella misma primavera, la señorita Thompson recibió una
carta más. En ella Teddy le informaba del fallecimiento de su padre unos años
atrás y de su próxima boda con la mujer de sus sueños. En ella le explicaba que
nada le haría más feliz que ella ocupara el lugar de su madre en la ceremonia.
Por supuesto la señorita Thompson aceptó y acudió a la
ceremonia con el brazalete de piedras falsas que Teddy le regalará en el
colegio y, perfumada con el mismo perfume de su madre. Tras abrazarse, Teddy le
susurró al oído: “Gracias, señorita Thompson, por haber creído en mí. Gracias
por haberme hecho sentir importante, por haberme demostrado que podía cambiar.”
Visiblemente emocionada, la señorita Thompson le susurró: “Te
equivocas, Teddy, fue al revés. Fuiste tú el que me enseñó que yo podía cambiar.
Hasta que te conocí, yo no sabía lo que era enseñar.”
* Imagen: Monumento al maestro. Ayuntamiento de Palencia. Escultura de Rafael Cordero.
¡FELIZ REFLEXIÓN!
Miguel... sin comentarios. Hacía tiempo que una lectura no hacía brotar lágrimas no de mis ojos, sino de mi corazón. Y qué verdad tan cierta y de qué bonita forma la has compartido. No sólo a nivel educativo, que por supuesto también, pero sin duda en nuestro día a día... ¿cuantos casos cómo éste habremos vivido y han pasado inadvertidos? Gracias por el regalo de tus palabras. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarBea, ¡Qué alegría escuchar tus palabras!
EliminarLeer tu comentario ha sido como si pudiera escucharte de nuevo, como si no hubiera pasado tiempo.Como si estuvieras cerca. ¡Cuántos recuerdos y cuántas emociones!
Es cierto que la reflexión se puede aplicar más allá de lo educativo, para cuestionar todos los juicios apresurados e injustos que realizamos continuamente sobre los demás, a los que no les concedemos el beneficio de la duda, ni el tiempo para entender porque son como son y hacen lo que hacen. Aprender a no juzgar, uno de los valiosos aprendizajes que compartimos.
Muchas gracias por tus palabras Bea. Me ha encantado escucharte.
Un fuerte abrazo. Besos.
tengo un nudo en la garganta , creo que tengo mucho que aprender , gracias por esta maravillosa lectura y la pondre en practica
EliminarWtf
EliminarLa garganta no aguanto el gogogo
EliminarUn relato precioso, emotivo y con una excelente reflexión.
ResponderEliminarLourdes
http://lapeormadredelano.blogspot.com.es
Gracias Lourdes!! Seguro que no eres tan mala madre como presumes. Me paso y lo compruebo.
EliminarSaludos.
De verdad me llegó.
ResponderEliminarMe alegra que te sirva gandymix. Saludos
EliminarExcelente reflexión. Hace ver que es cotidianidad del día a día pero el egocentrismo no permite que nos figemos en nustras propias virtudes y aun más reconocer los errores. Felicidades aunque seguramente con el paso de los años aprenderemos solo de las practicas vividas.
ResponderEliminarExcelente aporte Artur. A menudo nuestro Ego nos tiene tan engatusados que no solo no nos permite darnos cuenta de nuestros errores, sino que tampoco nos permite sacar a la luz nuestras virtudes. Es por ello que es tan importante encontrar en nuestro camino algún Teddy que nos abra los ojos.
EliminarSaludos Artur.
Que será de su vida sezo porlno xxx
EliminarUna gran historia. Tiene una profunda enseñanza que tomo para mi propia vida. Saludos.
ResponderEliminar¡Feliz y provechosa reflexión Olmo!
EliminarSaludos
Enhorabuena por la entrada y por el blog!! Iré siguiéndolo. Un saludo!
ResponderEliminarGracias por el comentario y por pasar. Enhorabuena también por tus artículos y por tu blog al que llegué por una entrada en la que recogías una visión muy crítica (y compartida) del sistema educativo universitario apoyándote en una anécdota de Santos-Guerra. Genial la reflexión.
EliminarSeguimos compartiendo. Saludos!
Un cuento para despertar
ResponderEliminarMaravilloso, me han entrado respigos y me he emocionado hasta el punto de rodar unas lágrimas traicioneras.
ResponderEliminarLas emociones son síntoma de que aprendemos, de que crecemos, de que estamos vivos. Saludos.
EliminarUna buena lección, sí señor. Ojalá siempre sepamos dónde poner nuestra mirada. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarOjalá que si Jose Luis!! Ojalá no perdamos de vista nunca lo que realmente importa, lo que realmente va a ser transcendental para nuestros alumnos, y eso, las más de las veces no está escrito en el libro de texto.
EliminarSaludos.
Que emocionante, en verdad casi casi roda una lágrima por mi mejilla. Se agradece ya que muchas veces se nos olvida que no solo debemos enseñar, educar sino también dar amor y valores a nuestros alumnos.
ResponderEliminarGran lección de vida. Muchas gracias
Es por ello que la educación va más allá de la simple enseñanza. No se trata solo de mostrar sino también de demostrar, a través de nuestra coherencia y nuestro ejemplo. Educar no es una transferencia de contenidos del que sabe al que no, no es una transacción. Educar es un acto de entrega, en el que nos ofrecemos para acompañar a los alumnos durante una parte de su camino.
EliminarGracias Julia por tu reflexión. Saludos.
Gracias. Tengo aproximadamente 400 estudiantes de Primer Año en mi Coordinación. Si Dios no me sensibiliza, qué podré ofrecerles a diario a estos adolescentes. Me impactó.
ResponderEliminarFreddy intenta ofrecerles tu presencia, tu voluntad y tu ejemplo sincero. Son muchos alumnos y no hay que desmoralizarse porque (aparentemente) algunos no lo valoren. Con que les llegue a unos cuantos habrá valido la pena.
EliminarUn saludo y... mucho ánimo!
Impresionante, creo que nunca olvidaré esta historia, cómo se puede enseñar con unos párrafos.
ResponderEliminarMe ha llegado al corazón como maestra y como persona.
Enhorabuena haces un gran trabajo.
Un saludo.
María.
Muchas Gracias por el comentario y por tus amables palabras María.
EliminarUn saludo.
¡Preciosa historia! Yo soy maestra y cada día los niños te aportan y te enseñan tantas cosas que nunca dejas de crecer como persona.
ResponderEliminarEspero que todos los maestros del mundo reflexionemos sobre qué es educar. Y también, que seamos conscientes de que compartimos nuestra vida com un montón de pequeñas personas, cada una con sus circunstancias.
Totalmente de acuerdo contigo Carme, la responsabilidad docente implica enormes dosis de reflexión y conciencia sobre la importancia y la repercusión de nuestras acciones. Nuestro ejemplo, nuestra acción (o inacción) se convierte en un referente, en un espejo en el que se miran nuestros alumnos. Estamos obligados a ser conscientes de esa repercusión.
EliminarUn saludo.
Hacía tiempo que no se me escapan unas lagrimillas. Es impresionante la importancia del reconocimiento en edades tempranas. me ha emocionado
ResponderEliminarCon todo, más vale tarde que nunca.
EliminarGracias por comentar Caridad.
Pendejo
Eliminarme he quedado sin palabras, y eso que el texto llegó a mi por casualidad, brillante historia, gracias por compartirla
ResponderEliminarA menudo las casualidades llegan en el momento apropiado.
EliminarIncreíble relato! Es precioso! Todos los maestros deberíamos despertar! Gracias! ha sido emocionante leerlo.
ResponderEliminarSer capaz de hacer esa lectura reflexiva y emocionada del texto ya indica que estamos "desperezándonos", que estamos en un proceso de mejora continua. Un saludo Diana.
EliminarEntre aquí porque el nombre del blog me llamo la atención, no pensé encontrarme con lo que he estado buscando por días, reflexiones para la vida, porque uno educa con el ejemplo, y para que sea bueno hay que estar educados.... Me convertiré en su seguidora... Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tus palabras Dian. Encantado de que te sirvan las reflexiones que recojo. Sin duda el ejemplo y la coherencia son valores indispensables en la maleta de todo educador.
EliminarBienvenida. Un abrazo.
Espectacular relato! Te mencioné en mi blog!
ResponderEliminarhttp://infantologia.blogspot.com.es/2013/11/un-cuento-para-despertar-los-profesores.html
Gracias Kevin por el detalle. Me paso por tu blog a echar un vistazo.
EliminarSaludos.
Ejemplar historia a seguir, también rodaron por mi rostro las lágrimas.
ResponderEliminarLo empecé a leer como sin querer, mientras se acababa de calentar la cena y ahora estoy aquí, llorando mientras escribo (y se enfría la sopa). A veces llorar es bonito. Como esta vez. Gracias Miguel (a favoritos que te vas, volando que ya tardo).
ResponderEliminarMuchísimas gracias Estrella por tu precioso comentario y por compartir emociones y lagrimas y ...casi, casi hasta cena.
EliminarUn abrazo.
Gracias a ti, Miguel. Me pongo ahora mismo a reflexionar sobre "lo de Mateo". Un saludo y una tajada de la luna que se ve desde el balcón del despacho.
EliminarMuchas gracias por permitirme leerlo. Lo descubrí por vía de Azahara Garcia en un artículo de Eproform donde te menciona. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por el apunte, desconocía la información. Saludos
EliminarPrecioso!!!
ResponderEliminarLas lagrimas casi me impedian la lectura
Felicidades!!!
Considero que es un cuento precioso que te lleva a la reflexión.
ResponderEliminarCreo que es muy importante empezar a ver la enseñanza como educación y no como instrucción. Día a día tratamos con personas, compartimos historias, aprendemos unos de otros y, aunque es muy fácil creer que nuestro esfuerzo es inútil, que no sirve para nada o que nadie nos escucha, encuentras historias así. Historias que hacen replantearte tu trabajo y volverte a ilusionar. Ya no solo en educadores sino en trabajadores sociales, pedagogos, psicólogos… y todos aquellos profesionales que se encuentran rodeados de vidas, de historias, de cuentos… que como éste te hacen despertar y vivir la realidad.
Lo unico puedo decir, q tus palabras me han echo llorar, que me he llegago a sentir parte de la historia..y que has plasmado lo que debería significar ser maestra.
ResponderEliminarenhorabuena,precioso
Después de 35 años dedicado a la enseñanza, me llega este relato a a las manos y me convierte en protagonista.
ResponderEliminarMe ha traido a la memoria a aquellos alumnos con grandes capacidades para aprender y razonar y también me ha traído a aquellos alumnos en los que tenia puesta una atención especial. Esos alumnos que no me fallaron. Esos alumnos por los que luchaba cada dia. Esos alumnos que daban valor y sentido a mi vida de maestro.
Nunca les olvidaré. Siempre estarán en un rincón de mi corazón.
¡Que relato mas bonito! A veces los alumnos no se comportan mal porque sí. Todos aprendemos de todos.
ResponderEliminarGracias por contar esta historia.
El cuento es una maravilla y desde luego toca la fibra sensible que pueda hacer despertar a todo aquel profesorado que ande dormido. No obstante, me permito poner un "pero", y es esa tendencia malsana en la profesión a pretender ganarse el título de "mejor profesor que has tenido en la vida". En el cuento se recalca varias veces que la maestra recibe ese homenaje por parte de Teddy, de manera que se ve recompensada con el presunto mayor premio que pueda conseguir un docente: llegar tanto a un alumno y haber sido tan decisivo en su vida que éste te aúpa al pódium de "el mejor". Además, siempre que aparecen relatos como éste, se destaca que el título el profesor lo consigue gracias a que transformó su manera de hacer, dando prioridad al educar sobre el instruir.
ResponderEliminarCiertamente, cualquiera que trabaje en el mundo de la educación debería centrarse más en la formación integral de la persona del educando que no meramente en sus conocimientos específicos sobre un área concreta del conocimiento. No obstante, veo a menudo que algunos profesores, en su lucha desesperada por obtener el reconocimiento por parte de algunos de sus alumnos como "el mejor", y convencidos de que el modo de lograrlo pasa sobre todo por dedicarse a la persona más que al estudiante, llegan hasta el punto de dejar de impartir la materia del curso que supuestamente enseñan, para convertir sus clases en algo más parecido al despacho de un asistente social.
Por otro lado, la competencia que se ejerce entre los profesores que se disputan el título de "el mejor profesor que has tenido en tu vida" genera verdaderas dificultades para que donde triunfa este espíritu se lleve a cabo un verdadero trabajo en equipo entre la plantilla de docentes. ¿Cuánto ego hay en esa competitividad y cuánto de auténtico interés por aquel al que educamos? En la historia de Teddy se nos muestra una profesora que a todas luces actúa con el corazón y su recompensa mayor es haber contribuido en la recuperación anímica, afectiva e intelectual del muchacho. Pero por qué quien ha escrito este relato tiene que insistir tanto en que el alumno le escribía periódicamente para dedicarle ese título. ¿Qué problema habría habido en que le explicara que siempre recordará lo importante que fue en su vida en aquel momento, sin la necesidad de destacar repetidamente que era "la mejor"?
Hágamonos un favor todos los docentes y desterremos esa pretensión de que nos consideren individualmente de ese modo. Veamos la labor de un equipo de profesores como si de un equipo de jugadores de fútbol se tratara. Cada uno tiene una función, cada uno desempeña una labor, y todos ponemos nuestro granito de arena para que nuestros estudiantes desarrollen sus capacidades en un entorno que sea educativo y que les permita sacar a la luz sus mejores talentos a todos los niveles. Felicitémonos de colaborar en ese proyecto de escuela. Téngase en cuenta que la profesora de Teddy comienza a reaccionar precisamente después de leer los informes que habían escrito las profesoras que éste había tenido en cursos anteriores. Cualquiera puede sentirse halagado cuando un alumno te dice que te considera el mejor profesor que nunca ha tenido. Pero si realmente lo que nos importa es la persona, desearemos que en el futuro encuentre profesores magníficos que también le parezcan excelentes, y no pretenderemos mantener el título de "el mejor", sino que simplemente nos sentiremos felices por haberle ayudado con nuestro trabajo y en todo caso nos gratificará si pasados los años sigue recordando con estima la dedicación que pusimos en su formación.
Un saludo a todos los maestros y profesores que cada día llevamos a cabo la difícil y hermosa tarea de educar.
Joan Méndez
totalmente de acuerdo contigo Joan. Le falta pulir detalles a esta historia (aunque es muy conmovedora). Uno puede ver el progreso de Teddy gracias a la maestra (las maestras porque las anteriores tambien estuvieron atentas) o puede ver como crecía el ego de esta maestra actual. En la vida real las historias que hacen que un niño sea como Teddy no tienen hechos tan graves como la muerte de la mamá y sin embargo también necesitan una maestra como esta, pero como los motivos no son tan profundos no nos damos cuenta tan rápido, por otra parte en la vida real no recibes una carta por debajo de la puerta, ni te pide el niño que seas su mamá, y trabajas sin recompensa... igual hay que hacerlo. Igual hace falta, igual le puedes dar alegría al niño aunque eso no se pueda ver. Finalmente, me amrga mucho cuando veo que la profesora siguiente no entiende las cuestiones asi...y chau Teddy. En la vida real es mucho más duro que en esta historia, que a pesar de eso me pareció muy tierna.Por otra parte no podemos, ni debemos dejar de lado el enseñar la materia para hacer lo otro, hay que hacer las dos cosas. No estoy en contra de esta historia, me ha gustado, pero en la vida es mucho más dificil y no hay recompensa visible.
Eliminar.... y después de 36 años dedicado a ser maestro (no me gusta la palabra "profesor ") se me disparan las lágrimas y no las puedo contener. Yo pensaba que ya estaba curtido en la vida y en la enseñanza... y veo que todavía tengo cosas que aprender.
ResponderEliminarEn mi humilde opinión no habría que profundizar tanto, que si la mejor profesora, que si la recompensa, que si en la vida real.... para mí el mensaje es mucho más sencillo: ama lo que haces, si amas lo que haces tendrás tiempo para impartir tu materia, sí, y para ver que un día ese alumno está un poco triste, o este otro viene especialmente contento.... no dejemos nada de lado, seamos felices con lo que hacemos.
ResponderEliminarcada vez que leo esta reflexión salen lágrimas de mis ojos, notando lo sensible que soy, ya que para mi es esencial el ser, porque como docentes estamos trabajando con seres humanos que siente y que nuestras palabras y acciones influyen en los estudiantes de manera positiva si los tratamos con amor y sabiduría, y muchos de ellos aunque sientan que no pueden serán fortalecidos para continuar; mientras que si hacemos todo lo contrario, los más débiles pueden quedarse en el camino por falta de una palabra de ánimo y fortaleza cuando lo necesitaban. Pienso que el despertar es ser conscientes de que Dios nos ha dado el privilegio de ser alfareros para formar los maravillosos seres que Él creó. Y que esa obra maestra depende de cada granito de arena que coloca cada maestro y profesor en cada estudiante. Es por ello lo importante de ser conscientes de la misión que nos corresponde cumplir día a día.
ResponderEliminarUna historia muy bonita, me ha emocionado realmente.
ResponderEliminarEsta historia sucede habitualmente en las aulas, pero por desgracia sin el mismo final feliz. Muchísimos profesores se centran en determinados alumnos, en los que mejores calificaciones tienen, en los más simpáticos o alegres… y dejan de lado a los más tímidos, a los que peores notan sacan y a los que destacan menos. Algunas veces ni se preocupan en saber por qué esto es así, sin saber (o sin querer saber) que su actitud distante hacia ellos influye también en que empeoren académicamente y socialmente. No siempre se dará el caso, pero estoy convencida de que la mayoría de las veces será más así que como en esta historia.
¿podria reconocer si en el cuento se instrumentan estrategias de "estimulacion temprana" ??
ResponderEliminarHe compartido tu post en mi blog, espero que te guste http://economiaymarketingonline.blogspot.com.es/
ResponderEliminarEs una bella historia que encierra una realidad educativa. Juzgamos sin criterios acertivos. Debemos conocer a nuestros estudiantes de forma holística, para poder brindarles una educación integral. Asimismo, ayudarles en sus necesidades y darle tiempo para expresarse. Reconocer en ellos que son seres únicos e irrepreibles, así dejaremos nuestra huella en ellos.
ResponderEliminarExcelente nota, ojalá muchos maestros que hoy forman a futuras personas de bien puedan leer la grandeza de esta historia.
ResponderEliminarMuchas gracias por la historia!!
ResponderEliminarno puedo dejar de hacer un paralelismo cuando mi profe de segundo de bachillerato, de Filosofía me encontró, hace años un día en la facultad donde me había licenciado ese año. y estaba defendiendo en un encierro, los derechos de la educación en Filosofía, que los planes de estudios estaban intentando cargarse. Su cara fue un poema...seguro que no hubiera sospechado nunca que yo me licenciara en Filosofía. pero tengo que decir que se portó genial y me ayudó para hacer las prácticas del CAP .Genial!!
Preciosa lectura.. se me ha hecho un nudo en la garganta..
ResponderEliminarPero cabe decir que en realidad, lo más triste de todo, es que tenga alguien que haber sufrido una tragedia para que despierte nuestro interés, empatía y compasión por otra persona..
Si no es una razón trágica nada? :( Y si sólo es un chico o chica difíciles?
Aiiish.. el ser humano.. últimamente parece que nuestra compasión y empatía se hayan endurecido y si no es tragedia suficiente, no sentimos nada..
Como con los refugiados, si no vemos un niño yaciendo en la playa así cruelmente.. no movemos un dedo..
Tanta información ofrecida por internet y otros medios nos está inhumanizando? :(
Este cuento siempre me ha gustado, cada vez q lo releo me gusta más
ResponderEliminarSaludos y siempre éxito, un cuento de la vida real porque a cada rato se repite en todos los salones de clases de las escuelas, de las cuales tenemos infinidad de casos que requieren de la sensibilidad del maestro y maestra poner en práctica.
ResponderEliminarIncreible reflexion me hizo llorar, es una lastima como algunos maestros no toman en cuenta a sus alumnos, no sabiendo que ellos tienen el poder para cambiar vidas; es una de las enseñanzas mas linda de un maestro, espero algun dia poder ser asi...
ResponderEliminarEsta entrada me ha parecido alucinante. Aquí observamos la verdadera función del docente, que es educar y no solo enseñar. A la hora de trabajar con niños,jóvenes o adolescentes, debemos de tener en cuenta que cada uno de ellos pasa por una situación distinta y que puede que en ocasiones no nos lo hagan saber y deben ser los docentes los que se preocupen por ellos y sepan estar ahí cuando se les necesite. No todo en la etapa escolar son unos buenos resultados académicos. Lo más importante es la formación profesional.
ResponderEliminarme ha parecido una historia estuopenda, con muchos valores por resaltar. Narraciones como estas hacen recordar que muchos profesores enbseñan pero no educan.
ResponderEliminarPrecioso relato... y deciros que no soy profesora. Soy alumna y siempre lo seré, deciros que no hace falta ni mucho menos llegar donde esta profesora llego.Yo bajo mi experiencia os digo desde el corazón que hay millones de Teddys repartidos por todo los rincones del planeta y que solo quieren un poquito de atención igual que los almnos más brillantes.Yo fui tachada de mala estudiante desde que entré en el colegio, era de una aldea y nuestra entrada en el colegio dos años después que los niños del pueblo. Nadie se fijo nunca en mí ni siquieran corregian mis exámenes. Me encasillaron en que era torpe. Y casi al salir de el colegio en séptimo llego a las clases una profesora que se interesó muchísimo en coger nuestro curso pues supropia hija estaba entre nosotros y nuestro nivel erá muy bajo.Esa profesora empezo fuerte castigandonos en los recreos si no estuestudiábamos y se obró algo que parecia un milagro... los torpes de la clases empezamos a estudiar y a sacar buenas notas a interesarnos por las materias que ella nos daba que eran mates y naturales... Y siempre he dicho y diré que ha sido la mejor profesora que he tenido... Por que no solo nos enseñó la materia nos enseñó que los torpes eran también personitas importantes parte de una clase. POR UNA VEZ ALGUIEN SE PREOCUPABA POR NOSOTROS NOS PRESTABA ATENCION CON CARIÑO Y MUCHA PACIENCIA...
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